‘X-Men: primera generación’ venía precedida por unas críticas mayoritariamente favorables, trailers que pintaban muy bien y un equipo interesante encabezado por el recomendable director británico Matthew Vaughn. Así pues, todo apuntaba a que sería un filme excelente, la consagración de los mutis en el celuloide, y aun así, mi alma de friki no cesaba de hacer sonar la alarma de vez en cuando: ¿y si luego no es tan buena como parece? Pero bastaron unos pocos minutos de proyección para empezar a relajarme y disfrutar, porque, efectivamente, esta x-precuela es una peli magnífica.
Vaughn ha bebido fundamentalmente de los ‘New X-Men’ que guionizó Grant Morrison hace unos años, tanto para definir la estética y el tono de la película, como por la elección de los personajes que terminan conformando la primera alineación de hombres X. Todos ellos mutantes de segunda fila (Havok, Banshee, Darwin…), una decisión estupenda, en lugar del recurso facilón de recurrir de nuevo a los Cíclopes y Lobeznos de turno. Además, en el (relativamente) poco tiempo con que cuenta Vaughn para no entorpecer el ritmo de la narración, consigue presentarnos bien la personalidad de cada uno y hacer que empaticemos con ellos.
No obstante, y pese a contar con sus momentos de lucimiento, estos personajes quedan eclipsados por los verdaderos protas de esta historia: el profesor Xavier y Magneto, presentados aquí en su versión juvenil con los rostros de James McAvoy y Michael Fassbender respectivamente. Y entre medias de ellos, Mística, un personaje que jamás me había parecido tan interesante como en esta película, y que forma con los otros dos un electrizante triángulo (no pensemos cosas raras) que nos mantendrá fieles a la butaca, aun cuando como buenos comiqueros ya intuyamos su resolución.
Me ha gustado ver a un Xavier distinto al que conocemos, siendo este mucho más jovial, dicharachero e incluso con su punto juerguista. Pero lo que sin duda me ha gustado más es Fassbender en el papel de Magneto. En serio, sólo por él ya vale la pena ver la peli, sacando a flor de piel todas las emociones del personaje, sus anhelos y contradicciones, y cómo no, también las heridas que le ha dejado su pasado a merced de los nazis.
También merece su mención el trabajo de Kevin Bacon como maloso principal de la cinta, encarnando al cabecilla del Club Fuego del Infierno: Sebastian Shaw. Un papel que le sienta muy bien, por esa gélida mirada de villano que tiene, aun cuando tampoco termina de tener el carisma necesario para comerse cada plano. La elección más negativa, en mi opinión, es la de Nicholas Hoult como Hank McCoy, ya no sólo por la pinta de nerd que tiene, sino porque le falta cierta envergadura (algo que se nota especialmente cuando adopta el aspecto final de Bestia, que se me hace un pelín ridículo).
Pero al margen de las actuaciones, ‘X-Men: primera generación’ destaca por tener un guión muy sólido, en el que nada se deja al azar; unas escenas de acción muy bien realizadas y que sacan todo el jugo a los poderes de cada personaje; y una interesante amalgama de géneros, yendo más allá del superheroico, como ese regustillo a las pelis de James Bond que tantos críticos han apuntado ya en sus respectivas reseñas.
No puedo evitar comparar esta cinta con ‘Batman Begins’, pues considero que esta First Class ha conseguido lo que hizo Nolan con su primera entrega del murciélago: presentar a los personajes de forma atractiva y fiel a los cómics, introducirnos con buen pie en el universo muti (especialmente a aquellos que no sean fanáticos de los cómics) y, sobre todo, dejar los ingredientes necesarios para una hipotética secuela que, si mantiene este nivel, será ya un bombazo de agárrate y no te menees. Enhorabuena a Vaughn y su equipo por su trabajo: ¡X-Men: primera generación es un peliculón con mayúsculas!
PD: No he visto a Stan Lee, pero hay otro cameo bastante divertido.
- Director: Matthew Vaughn
- Productora: 20th Century Fox
- Duración: 131 min.
- Estreno: 3 de junio de 2011
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