A pocos días de que la Academia de cine estadounidense de a conocer las nominaciones para los Oscars que se entregarán a principios de marzo —normalmente se hace a finales de febrero, pero este año se ha evitado tal fecha para no coincidir con los Juegos Olímpicos de Invierno—, hay una película que en virtud de cierto premio recogido la pasada semana, ha dado un primer paso de gigante a la hora de aumentar sus posibilidades de cara a hacerse con la preciada estatuilla. Nos referimos, cómo no, a ‘Tres anuncios en las afueras’ (‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri’, Martin McDonagh, 2017) y a los cuatro Globos de Oro que la prensa extranjera le otorgaba a Mejor Película Dramática, Mejor Actriz en Película Dramática, Mejor Guión y Mejor Actor de Reparto, alzándose la producción de la rama «indie» de la Fox como clara ganadora de la 75ª ceremonia de los citados premios.
Conocidos como la antesala de los Oscars tanto por su cercanía temporal con los mismos como por lo mucho que suelen ser más o menos determinantes de lo que pasará en el Dolby Theatre de Los Ángeles, el reconocimiento otorgado por los Globos de Oro a la cinta de Martin McDonagh no podría haber sido más acertado y preciso. De hecho, aunque todavía me quedan por ver algunas de las que fueron nominadas a Mejor Película —tanto en drama como en comedia, las dos vertientes que siempre consideran los Globos—, y tanto ‘Los archivos del Pentágono’ (‘The Post’, 2017) como ‘La forma del agua’ (‘The Shape of Water’, 2017) o, echando la vista atrás, ‘Dunquerke’ (‘Dunkirk’, Christopher Nolan, 2017) suenan como firmes contendientes a aventajar a la cinta que hoy nos ocupa, si terminan haciéndolo será por una ventaja de mínimos, porque lo que McDonagh pone aquí en juego es de un calibre como pocos se han visto el año pasado.
La premisa de partida de ‘Tres anuncios en las afueras’ es bastante simple: una madre, rota por el asesinato de su hija, decide alquilar tres vallas publicitarias a las afueras de su pueblo para, con una simple pregunta expuesta en ellas, poner en evidencia la labor de la policía del lugar, que un año después del crimen aún no ha dado con el culpable. La peculiar decisión del personaje interpretado por una Frances McDormand que hace el papel de su carrera —con permiso del que le vimos en ‘Fargo’ (id, Joel y Ethan Coen, 1996)—, pondrá patas arriba a la pequeña población de Ebbing, en el estado de Missouri, sacando a relucir lo peor de un pueblo aparentemente tranquilo.
El análisis que McDonagh hace de la naturaleza humana encuentra en los personajes de McDormand, Woody Harrelson y Sam Rockwell la punta de un iceberg sustentado, no obstante, por un elenco de secundarios asombroso entre los que destaca, como siempre que hace cuando aparece en una película, un exquisito Peter Dinklage: lo de la actriz ya hemos dicho que no es normal, y la forma en la que la rabia, la determinación ante la adversidad y el dolor por la pérdida de su hija se combinan en el rostro de la esposa de Joel Coen de maneras que sólo pueden ser definidas como asombrosas. A la hora de respaldar tal epíteto, cabrían ser señaladas todas y cada una de las muchas escenas en las que la cámara de Donagh se posa sobre ella, pero ninguna como la temprana conversación que tiene con el párroco del lugar para dar cuenta del superlativo trabajo de interpretación que lleva a cabo la actriz.
Por más que pudiera parecer que a su lado todo queda empequeñecido, son los careos de McDormand con Harrelson y Rockwell y lo que éstos llevan a cabo cuando no tienen que interactuar con la actriz, momentos álgidos de las casi dos horas de metraje que alcanza ‘Tres anuncios en las afueras’, un filme tremendamente atípico y nada convencional que huye de maniqueas apreciaciones sobre la realidad que rodea a los personajes, caracterizándolos con una miriada de tonos grises que nunca son tan visibles como en el caso del agente de policía al que da vida Sam Rockwell: personaje antipático, cuya exposición inicial esta orientada a no ganarse las simpatías del público, es la evolución del agente Dixon el más brillante ejemplo de cómo ‘Tres anuncios en las afueras’ se sale por la tangente y reta al espectador de manera constante.
Dicho reto, que cabría ampliar a cualquiera de los integrantes del reparto —incluida una McDormand que no siempre se conduce por veredas afables y destinadas a hacerse con nuestras simpatías—, se rubrica con un guión en el que se nos habla, con un tono muy cercano al cínico y negro que suele habitar en el cine de los Coen —el situar la acción en la América profunda no hace sino aumentar dicha sensación—, de gente que vaga por la vida sin rumbo fijo y sin ser dueños de su destino hasta que deciden que ya basta, que ya es hora de agarrar al toro por los cuernos y cambiar radicalmente esa errática tendencia.
Esa indefinición, visible en todos los personajes en algún momento del metraje —nunca tanto como en Rockwell, todo sea dicho— es la misma de la que se arma McDonagh para hacer de su propuesta un vehículo inclasificable que juguetea con los códigos de género, no acomodándose de manera definitiva ni el drama que podría derivarse de la pérdida de una hija, ni en el noir que, soterrado, parece vertebrar la historia, ni el whodunit que, derivado de éste, mantiene, no cabe duda, el interés del espectador —¿sabremos quién fue el asesino de la hija de Mildred?—. Aún siendo conscientes de la mutabilidad e imprevisibilidad en el devenir de los acontecimientos, resulta imposible predecir el asombroso giro hacia el que éstos se dirigen en un clímax que, de manera magistral, nos da un bofetón a los que creíamos tener controlado hacia dónde se dirigía la conclusión de la historia.
Sólo por eso, por lograr sorprender de forma constante y hacerlo con un golpe de efecto imposible de predecir, ‘Tres anuncios en las afueras’ merece toda nuestra admiración. Sumando a tan superlativa cualidad el trabajo de sus actores y la concisa, reposada y efectiva dirección de McDonagh, que estamos ante uno de los mejores filmes que nos ha dejado 2017 es tan evidente que no merece que perdamos más tiempo en repetirnos y sí que os recomendemos encarecidamente acudir a vuestra sala más cercana para disfrutar de este cine con mayúsculas que es la producción de la Fox. Y si es en versión original, mejor.