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V. Kingdom Come

The Spirit, mal chiste de un inexperto Frank Miller

The Spirit

El proyecto de llevar a The Spirit a la gran pantalla llevaba mucho tiempo bailando entre demasiadas manos. No fue hasta el triste fallecimiento de su creador sobre el papel, Will Eisner, que el productor Michael Uslan, decidió ofrecerle la tarea de llevar al cine la historia de Denny Colt, un policía que tras salir milagrosamente de su propia tumba decide adoptar la identidad del justiciero The Spirit y luchar contra el crimen gracias a su inmortalidad y sus puños, a Frank Miller, quien tenía una profunda amistad con el fallecido Eisner.

Miller al principio se mostró reticente a coger la batuta del proyecto, “me viene demasiado grande” se decía a si mismo en una duda que, según el propio Miller, le duró tres segundos antes de decidir que nadie más podía tocar a The Spirit. Ahora, viendo el resultado final, sólo puedo pensar que efectivamente es una película demasiado grande para Miller y que debería haber sido otro quien se debería haber encargado de realizar todo el trabajo.

Si vemos el currúculum cinematográfico de Miller, este no va más allá de co-guionizar dos entregas de la saga Robocop (incluida su inefable tercera parte) y co-dirigir la adaptación cinematográfica de su Sin City (de las que se siguen preparando dos secuelas más) junto con Robert Rodríguez. Así que se puede decir que Miller ha estado trabajando siempre cogidito de la mano de alguien más metido en el mundillo. Ahora que se ha aventurado a hacer su particular solo, sale a relucir por todas partes su falta de experiencia.

The Spirit es una película que sobre todo no se toma en serio al personaje ni a si misma. Va a caballo entre el cine negro barato, un serial radiofónico y una comedia mala. En un simple instante pasamos de ver un supuesto monólogo dramático de Spirit en el que profesa su amor a su ciudad mientras va danzando torpemente por los tejados de la misma a una pelea entre Octopus (Samuel L. Jackson), el villano elegido por Miller para la ocasión, y Spirit que, en planteamiento, debería ser delirante pero aquí roza lo absurdo.

The Spirit

Con The Spirit, Miller manda al garete su reputación de buen guionista ganada tras años de trabajos como Elektra, 300, Sin City o El Regreso del Caballero Oscuro. Y es que la trama de este film brilla por su ausencia y se puede resumir en tres simples líneas: Octopus tiene un objeto que desea Sand Saref (Eva Mendes) y viceversa, se pasan toda la película intentando quedar para intercambiar dichos objetos mientras The Spirit va dando vueltas por la pantalla intentando averiguar su origen. El resto es un chicle que se estira a más no poder, intentando mantener la atención del espectador, por supuesto sin éxito alguno.

El ritmo es algo de lo que carece The Spirit. Desde los títulos de crédito iniciales hasta los finales, no encontraremos la postura adecuada para esta cómodos en la butaca, mientras ante nuestro ojos se muestran escenas que no tienen prácticamente objeto alguno. Bueno, algunas sí, mostrar cuanta más carne femenina, mejor.

Y es que Miller parece estar realmente obsesionado con las mujeres. Los esculturales cuerpos de Eva Mendes, Scarlett Johansson y Paz Vega tienen un hueco predilecto en el guión de Miller, en el que hay alguna escena que parece haber sido escrita sólo para ver el precioso escote de la Johansson. Si veis la película identificareis la escena casi de inmediato.

The SpiritEn lo que respecta al reparto, he ahí el otro gran defecto de la película. Si Miller parece que no se toma en serio su película, sus actores no van a ser menos y se dedican a regalarnos exagerados y estereotipados personajes que provocan una total indiferencia o un enorme rechazo. Un ejemplo de esto último lo tenemos en Gabriel Macht, quien pone cara y cuerpo a The Spirit, y es que los monólogos (o más bien las conversaciones con la cámara) de este son de los más cansino y mezquino de la película. Se supone que deberían tener una carga dramática considerable, pero al final no quedan en más que una copia barata de los monólogos de Batman en referencia a su amada Gotham City. Desconozco si en la obra de Will Eisner estos monólogos estaban presentes, pero de ser así, seguro que sus versiones en cine no les hacen justicia en absoluto.

El caso de Samuel L. Jackson es de lo más curioso. Su personaje es completamente absurdo y chistoso pero Jackson se las apaña para sentirse cómodo en él y transmitir esa comodidad (la experiencia es un grado), despertando momentáneamente el interés del espectador. La gran pena es que las escenas protagonizadas por Jackson rocen en parecido a los efectos de un psicotrópico, con planteamientos tan extravagantes como ver a Octopus y a Silken Foss (Scarlett Johansson) enfundados en sendos trajes de general nazi chapurreando frases que, sinceramente he borrado de mi memoria.

Del resto del reparto prefiero no destacar nada ya que no hay nada de donde poder sacar. Eva Mendes vuelve a repetir el mismo personaje de tipeja dura a la que tristemente nos tiene acostumbrados, Scarlett Johansson vuelve a reafirmar la teoría de que sólo alegra la vista y la interpretación se la deja al resto (ojalá vuelva sus buenos momentos de Lost in Translation), Jaime King sale durante escasos 3 minutos en un papel que no tiene sentido y Paz Vega tres cuartos de lo mismo. En definitiva, un despropósito actoral completo.

The Spirit

Y no quiero olvidarme del aspecto que más destaca durante toda la película, su estética. Frank Miller insistía una y otra vez en que The Spirit no era Sin City, si eso queda claro a nivel argumental, en la estética no está para nada definido. Hay escenas en las que descaradamente Miller se plagia a si mismo, como son las gobernadas por una silueta completamente blanca frente a un fondo negro. Hay otra versión de las mismas en las que el negro sustituye al blanco y el rojo al negro. Rojo, negro y blanco, estos son los tres colores que predominan y llegan a cansar durante todo el metraje, intentando imitar, pero sin que se note, la estética de Sin City. Evidentemente el plumero se le ve a Miller a kilómetros y de poco sirven sus adelantadas advertencias negando el parecido entre las dos películas.

The SpiritEn resumidas cuentas, The Spirit es una completa y absoluta decepción, un despropósito de película que hace patente la incompetencia de Miller en la faceta de director, donde lo único que ha hecho es reciclar su anterior trabajo y añadirle un guión que carece de sentido y sólo sirve para intentar lucir a unos actores que no hacen méritos. No he leído completamente la obra original de Eisner, pero me juego lo que sea a que esta película no le hace mérito alguno. Si Will Eisner levantara la cabeza…

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