Cuando el año pasado cerrábamos la selección de lo mejor del 2022 con nuestro habitual asomarnos a lo que se había podido ver en la gran pantalla en los doce meses previos, lo hacíamos cargados de una mezcla de sensaciones que se dejaba ver, y mucho, en el cierto pesimismo que desprendían las primeras líneas del artículo. Como quiera que las sensaciones con las que vamos a despedir este 2023 no son muy distintas a las de aquél entonces, nos vamos a atrever a copiar y pegar los dos primeros párrafos de hace un año para, después, añadir algún matiz.
El cine está en horas bajas. Es un hecho constatado. Todo lo que, en su contra, lleva sucediendo desde marzo de 2020, ha polarizado el modelo de negocio del séptimo arte y, aunque este año servidor ha acudido todas las semanas de manera religiosa a las salas —creo que habré faltado a mi cita las dos semanas que estuve en el extranjero—, y ha habido mucha peli que me disfrutado como un enano, por segundo año consecutivo, vamos a dejar desierto el Premio Fancueva a la Mejor Película: quizás soy yo que con el tiempo me estoy volviendo más cascarrabias pero, por mucho que, como digo, haya disfrutado considerablemente de las cintas que encontraréis en este listado, en todas ellas hay algo que se establece como frontera última para impedir que puedan reclamar separarse del resto y aparecer mañana, último día del año, en la entrada en la que desvelaremos los ganadores de los Premios de este 2022 que tiene las horas contadas.
Eso sí, al César lo que es del César: si bien en términos generales han sido doce meses bastante flojos en lo que a cine se refiere, hay que admitir que, acaso por contraste con la mediocridad reinante, acaso porque realmente lo valen, algunas de las propuestas que incluimos a continuación nos han dejado boquiabiertos, sobre todo por su capacidad para resultar originales y atrevidas y separarse así de la tónica de poca imaginación que, marcada por tanta franquicia como podemos encontrar en el cine de hoy, reina a sus anchas en la gran pantalla.
Matices y reflexiones que nos dejan iguales que en 2022. Bueno, el principal es que volvemos a dejar desierto el Premio Fancueva. De todo lo que hemos visto, nada ha habido que «nos haya volado la cabeza», condición sine qua non desde nuestro punto de vista para encumbrar a una producción por encima de las demás. Los doce meses han vuelto a ser muy flojos con alguna puntual excepción y las franquicias, en especial Marvel, nos han ofrecido sus horas más bajas, tocando el UCM un fondo del que, esperemos, sea capaz de levantarse, aunque después de cuatro años y un puñado de producciones que no han llevado nada, tenemos muy poca fe al respecto. He seguido yendo al cine religiosamente cada semana, y viendo en plataformas aquellas cintas que más resonaban y, aún así, en un volumen total que ha superado las 60 producciones —y esas son las que se suponía que valía la pena ver, que estrenadas hay como cinco veces más—, la selección que os traemos no llega a las 15. Los números, como siempre, hablan por sí solos.
Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones
Puro divertimento sin más pretensiones que hacer pasar un rato entretenidísimo al público es lo que nos ofrecía este salto definitivo del juego de rol por antonomasia al cine después de que, en el año que daba comienzo al siglo XXI, tuviéramos que soportar aquel engendro con Jeremy Irons que tenía de ‘Dragones y Mazmorras‘ el título. Chris Pine y Michelle Rodríguez derrochando carisma —más el primero que la segunda, todo sea dicho— al frente de un reparto la mar de correcto en una cinta que entiende perfectamente lo que es el cine de aventuras y fantasía, que mete la cantidad justa de comedia para que estemos todo el rato con una sonrisa en los labios y que, sobre todo, sabe cómo utilizar el fan service, incluyendo una miríada de sutiles detalles salpicados aquí y allá en el metraje para que los que llevan toda la vida lanzando D20 puedan molarse un poco, que también se trata de eso.
Flora e hijo
Adoramos, sin importar el orden, ‘Once‘, ‘Begin again‘ y ‘Sing street‘. Así que, como podréis imaginar, no sólo es que no nos íbamos a perder lo nuevo de John Carney, es que íbamos completamente entregados a lo que el cineasta irlandés tuviera a bien regalarnos…aunque para ello tuviéramos que pagar un mes de suscripción a Apple TV —y, ya de paso, ver alguna que otra cosilla más de la plataforma. Y aunque tengamos que admitir que lo que ‘Flora e hijo’ ofrece está por debajo de cualquier de sus tres predecesoras, es incuestionable que la historia de esa madre sufridora —magnífica Eve Hewnson, la hija de Bono— y su hijo y cómo la música los conecta más allá de las obvias e insalvables diferencias, es de las que llega al corazón al instante. Además, como valor añadido, es una de las pocas películas de esta selección —una de entre cinco— que ni pertenece a una IP o es parte de una franquicia, y eso tiene que contar para algo.
Guardianes de la Galaxia 3
James Gunn se despedía del UCM. Y lo hacía por todo lo alto. Tanto, que es una de las dos únicas películas que he visto dos veces en salas este año, algo que siempre he reservado para aquellas que merecían el desembolso para disfrutarlas en la gran pantalla como mandan los cánones. Cargada de emoción, con un argumento en torno a Rocket que es una maravilla, lo único relativamente negativo de esta instancia final de Starlord, Rocket, Gamora, Groot, Drax y Mantis es que tiene un villano un pelín de opereta, de esos que no te crees desde que aparecen en pantalla y que hasta llega a cansar un poco. Más allá de eso, todo lo que Gunn pone en juego está a la altura de lo que se esperaba de la última cinta de los Guardianes quedando una doble duda en el aire: si Marvel será capaz de encontrarle el pulso a su universo cinematográfico para rescatarlo del coma en el que lo ha dejado ‘The Marvels’ —vaya tontería inane y sin gracia de película— y si Gunn será capaz de llevar algo de su magia a una DC que no sabemos si ya llega tarde a subirse al carro de la tendencia del cómic en el cine por el mucho hartazgo que hay entre el público hacia ese rincón de la oferta anual cinematográfica. El tiempo dirá.
John Wick Chapter 4
Sí, es larga. De hecho, sí, es excesivamente larga y le sobra metraje y hay instantes demasiado alargados —la lucha en las escaleras raya en lo cómico por mucho que sea algo pretendido. Pero llegados a este punto de la franquicia, ya íbamos entregados a lo que fuera que Keanu Reeves y Chad Stahelski quisieran mostrarnos. Y aunque sigue sin convencernos el final…y mucho nos tememos que haya opciones para que el futuro de la franquicia tire por la calle de en medio e intente «arreglarlo», esta cuarta y ¿última? entrega de las aventuras del asesino despiadado y toda la mitología que tan bien han sabido crear alrededor de él sirve para despedir con energía, sobrado músculo y secuencias asombrosas —la pelea contra Donnie Yen y el plano cenital…WHOA— a lo mejor que el cine de acción nos ha dado en la última década. Bueno, exagero, que hay otras cosas —mirad más abajo— que le plantan cara a Wick. Pero ahí está, entre las tres primeras.
Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan
No esperábamos nada de esta enésima iteración cinematográfica sobre la novela de Alejandro Dumas. Y quizá fuera por esa razón o acaso porque —y por esto nos inclinamos más— está dirigida con brío y diseñada con mucho ingenio, es mucho lo que llega a ofrecer esta primera entrega de una trilogía que se acerca a los mosqueteros del escritor francés desde un realismo sucio muy alejado de las afecciones coloristas del Hollywood clásico, las chanzas humorísticas de la versión de Richard Lester o la mezcla de comedia y drama que pusiera Stephen Herek en juego a comienzos de los noventa con Kiefer Sutherland como Athos y Chris O’Donnell en la piel de D’Artagnan. Es más, es que sumando a esos dos valores que comentábamos antes, nos convence muchísimo Vincent Cassell como el torturado líder de los mosqueteros y aún más Eva Green como Milady. Esperemos que su segunda parte, que podremos ver a finales de enero, esté a la altura de nuestras expectativas hacia ella.
Misión: Imposible – Sentencia mortal. Parte Uno
Tom Cruise venía de «haber salvado el cine» con el exitazo —merecedísimo, por supuesto— que cosechó hace dos años con ‘Top Gun: Maverick‘. Y prometía repetir hazaña con esta primera parte de una dupla con la que la saga de ‘Misión: imposible‘ llegará a su octava entrega tras casi treinta años ofreciendo el mejor espectáculo de acción que cualquier aficionado pueda desear encontrar en la gran pantalla. Pero, ay, una mala previsión de fechas de estreno hizo que se las tuviera que ver con ese monstruo que ha sido el Barbenheimer y, claro, salió perdiendo…al menos en taquilla, que no es nuestros «corazones». Porque, aunque hubiéramos ya visto hasta lo indecible la escena de la moto, lo que esta séptima entrega de la franquicia tiene que ofrecer va muchísimo más allá, se atreve a dar golpes de guión de considerable calado en la mesa y nos deja con el ánimo en lo más alto para 2025, año hasta el que tendremos que esperar para ver su continuación. Se nos va a hacer muy larga la espera.
Nimona
Cuando se anunció que Disney andaba metida en una adaptación del cómic de Noelle Stevenson, creo recordar que esbocé una mueca de desaprobación por cuanto no veía a la compañía del ratón metida en algo tan singularmente distinto. Al final el tiempo me dio la razón y fue Netflix la que se terminó haciendo cargo de trasladar a animación el relato de la artista estadounidense. Y lo hace con una peli que, respetando ciertas ideas básicas del cómic, discurre por un camino completamente distinto de aquél —algo así como lo que han hecho con ‘Scott Pilgrim‘ aunque menos exagerado que en la serie de animación basada en el cómic de Brian Lee O’Malley. Completamente distinto e igualmente genial, cabría apostillar, porque vaya cosa chula es esta ‘Nimona‘, chula, emocionante, divertida, rítmica y con corazón. Vamos, que es una de esas películas que cabría meter en la categoría de «si la pillo empezada en la tele, la termino». En serio, una gozada de principio a fin con una animación soberbia.
Oppenheimer
Para muchos, la PELÍCULA del año. De hecho, cuando el otro día charlaba con nuestro antigüo «boss», Miguel Michán, de lo que el cine había dado este año, y comentarle que el Premio Fancueva quedaba de nuevo desierto, mi querido amigo montaba en cólera afirmando simplemente «¿’Oppenheimer‘?». Como sabía que iba a afirmar tal cosa, ya tenía medio preparada una réplica que, en forma de pregunta, inquiría algo muy simple: «Sí, ‘Oppenheimer’ me ha encantado —porque lo ha hecho, ¿eh?, no van mis reflexiones por ahí— pero, ¿es la mejor película de Christopher Nolan? ¿O la segunda mejor? ¿O la tercera mejor?». Y, claro, la respuesta era no porque esos puestos quedan reservados, en este orden, para ‘Interestellar‘, ‘Origen‘ y ‘El caballero oscuro‘.
Que sí, que decir que una película no es la mejor de su año comparándola con títulos previos de su responsable es de un sofista aplastante, pero me da igual, la verdad, es mi opinión y ahí queda: ‘Oppenheimer’ es magnífica, consigue que un drama de diálogos convenza a mucho público que normalmente suspiraría hastiado ante la avalancha de datos, nombres y términos de física como los que Nolan pone en boca de Cillian Murphy y compañía; tiene un ritmo asombroso….peeeeeeeeeero….
Sisu
Mezclad a John Wick con cierta idiosincrasia a lo Quentin Tarantino, quitándole a éste los diálogos que siempre han sido marca de la casa, y tendréis una idea aproximada de lo que la ganadora del Festival de Sitges puede llegar a ofrecer: diversión sin pretensiones salpicada de sangre, vísceras, desmembramientos y violencia a cascoporro con uno de los protagonistas más carismáticos que se han visto en cines este año…¡y eso que sólo tiene una puñetera línea de diálogo en toda la película! En serio, si buscáis un rato de evasión, los 90′ de ‘Sisu‘ os la garantizan a manos llenas.
Vidas pasadas
Creo haber dicho en alguna ocasión que las comedias románticas son mi placer. Así, a secas, sin «culpable» añadido porque hace años que ni se me ocurre ocultar que me encantan. ‘Vidas pasadas‘ no es una comedia romántica. De hecho, se la podría calificar como una dramedia o, directamente un drama, pero la forma en la que está construida y que su premisa de partida sea la de muchas comedias románticas —un chico y una chica que se saben el uno para el otro pero la vida los separa una y otra vez— retrotrae directamente a éstas. Sobre lo que no cabe duda, sub-género o no en la disquisición, es que la inabarcable elegancia con la que Celine Song rueda la historia protagonizada con enorme convicción por Greta Lee y Teo Yoo y lo mucho que cala en el centro de nuestro ser por la veracidad que exuda de principio a fin. Si alguna vez has tenido un amor platónico que nunca llegó a nada aunque los dos supierais que era mutuo, esta es tu película.
El gato con botas: el último deseo
Sí, sabemos que es del año pasado, pero se estrenó con las Navidades a las puertas y no fue hasta pasadas éstas que pudimos verla con tranquilidad, quedando muy, pero que muy impresionados con el resultado. Y no sólo por el ritmazo que tiene la acción, por lo brutal de la animación —la influencia que ha tenido el Spiderman animado de Sony se ha dejado sentir, y mucho, en el cine de animación desde su estreno en 2018— o por el carisma a raudales que destila el gato con voz de Antonio Banderas, sino porque la peli se las arregla para ser más o menos independiente de lo que sabíamos del personaje hasta ahora; dicho de otra manera, que si has visto ‘Shrek‘ y las dos anteriores del gato, mejor, pero si no lo has hecho, no te vas a perder nada del corazón de la historia. Chapeau!!!!
Spiderman: A Través del Multiverso
Dejémoslo claro: no me gustó tanto como la primera parte. Y no es por que el lejano recuerdo de ella empañara las dos horas y veinte de proyección de ésta. Es que la revisé el día anterior a acudir al cine a dejarme deslumbrar por la animación de la secuela —¡¡y vaya si me deslumbró!!— y volvió a parecerme, como cada vez anterior que la he visto, y han sido unas pocas en los últimos cuatro años, una película de 10, una de esas casualidades perfectas en las que todo se alinea.
Todo en esta segunda parte es, obviamente, más grande —el alcance, el número de personajes, la acción…— pero no por ello mejor, y el ritmo de los 140′ minutos, intenso como el sólo, adolece de ciertos instantes que podrían haber sido eliminados y de secuencias como la del universo indio que, aunque demencialmente brillantes —sobre todo en cuanto diseño— no aportan mucho al corazón del enfrentamiento entre Miles y el Spiderman 2099. Si, como me pasó cuando fui a verla por segunda vez al cine, ya vas avisado, no queda duda de que es una de las cintas del año y que su inclusión en esta selección está más que justificada.
The Killer
Fijaos si ‘Mank‘ dejó pobre impresión en servidor que estaba a punto de afirmar que llevábamos la friolera de nueve años sin una nueva de David Fincher —de veras que creía que lo último que había visto del cineasta era ‘Perdida‘, allá por 2014. En fin, despistes anecdóticos al margen, ‘The killer‘ es el regreso de Fincher a lo que se le da mejor, personajes que rozan lo extremo y una dirección estilizada al máximo al servicio, en esta ocasión, como ya pasara con ‘La habitación del pánico‘, de una historia más o menos mínima —un frío y metódico asesino a sueldo que quiere vengarse de los que, para llegar a él, han atacado su vida personal. Michael Fassbender borda un protagonista sociópata con carisma desbordante del que resulta imposible no caer prendado y Fincher rueda la acción con calma vibrante que hace de esta un perfecto ejemplo de lo que siempre nos ha cautivado de su cine. Queremos más así, David.