Si de lo que se trata es de valorar con tino y dar una idea bastante aproximada de lo que ofrece esta nueva versión de ‘La Momia’ (‘The Mummy’, Alex Kurtzman, 2017) con la que Universal pretende dar el pistoletazo de salida al Dark Universe —una suerte de universo cohesivo a lo Marvel pero poblado por monstruos clásicos de la productora como esta momia, Frankenstein, Drácula, el Hombre Invisible o el Dr. Jekyll—; creo que es una somera explicación sobre el escueto y ambiguo titular la que mejor luz puede arrojar: sin compararla con nada —algo que haremos en unos instantes— ‘La Momia’ es simplemente eso, «un comienzo» como otro cualquiera. ¿Es el mejor comienzo posible para la ambiciosa franquicia de los centenarios estudios? No ¿Es tan lamentable como la están pintando por ahí? Para nada ¿Entretiene? Sí, se pasa volando ¿Podríamos haber esperado algo más? Por descontado.
Esperando que estas breves preguntas saquen de dudas a aquél que no tuviera muy claro qué hacer con respecto a si acudir al cine o no a ver esta aventura protagonizada por Ethan Hunt Tom Cruise, entremos pues en materia y dediquemos unos cuantos párrafos a dar cuenta de lo positivo y negativo de una producción que, ahora sí, se queda a muchísima distancia de incluso rozar aquello que Stephen Sommers alcanzó de pleno con la cinta que filmó en 1999 y que protagonizaron Brendan Fraser y Rachel Weisz: alzándose sin despeinarse como el mejor Indiana Jones no protagonizado por Harrison Ford de cuántos el séptimo arte ha ofrecido desde los años ochenta, la cinta de Sommers era una aventura de primer orden bien construida, bien dirigida, con un sentido de la comedia fantástico, una música apabullante —Jerry Goldsmith lo dio todo aquél último año de la década tanto con ésta como con ‘El guerrero número 13’ (‘The 13th Warrior’, John McTiernan, 1999)—, un filme que nos hacía salir del cine con una sonrisa de oreja a oreja y las ganas locas de volver a entrar para revivir la experiencia.
‘La Momia’ en su versión de 2017 carece de mucho de lo que hacía tan genial al film de Sommers, empezando por un guión que no es que sorprenda en exceso y que, funcional como el que más, se establece bajo unos estrictos patrones fácilmente legibles que hacen que el sentido de la sorpresa brille por su ausencia —atención a cierto deceso que se produce en el tercer acto y lo sencillo que es anticiparse a cómo se resolverá—. De acuerdo, tiene algún que otro instante resultón, y el conjunto muestra cierta compacidad que en conjunción con el resto de elementos que conforman la producción, hace que las dos horas de metraje se pasen casi sin darte cuenta, pero es esa molesta sensación de haber asistido a un espectáculo medido al milímetro y controlado hasta el último detalle para que nada se escape al control de las mentes pensantes de la Universal la que se antepone a cualquier otra a la hora de reflexionar sobre la película.
No ayuda a que dicha percepción mejore un reparto que, en conjunto, se limita a recitar con aséptica tonalidad monocorde las líneas que le han tocado sin poner pasión ni acento en ninguna de ellas. Quizás afirmar ésto de la relativamente desconocida Annabel Wallis o de una Sofia Boutella que poco hace más allá de su exótica belleza, no sorprenda a nadie; pero hacerlo de un Russell Crowe que sólo parece interesado en pasar por caja o de un Tom Cruise que ni se molesta en desprenderse del claro tufo a Ethan Hunt que le confiere a ese militar ladronzuelo que es su Nick Morton, ya parecen palabras mayores. Claro está que, con la legión de detractores que arrastra la estrella, alguno puede estar pensando que este redactor sólo está añadiendo una pequeña astilla a una hoguera descontrolada, pero lo cierto es que Cruise siempre me ha parecido un intérprete de lo más convincente y efectivo y que creo que, cómo héroe de acción, ha sabido mantener el tipo muchísimo mejor que muchos de su generación.
Unido al inerte trabajo que desarrollan los actores de la cinta, encontramos otras cualidades que se mantienen en la misma línea, sin altos pronunciados ni bajos preocupantes. En ese saco monocromo y carente de la suficiente personalidad cabría meter a la anodina dirección de un Alex Kurtzman que, salvo un puñado muy escueto de escenas —el descubrimiento de la cueva, el vuelo del avión militar, el ataque en Londres…y poco más— pasea la cámara sin intención, algo que, a falta de una escucha aislada, también se puede decir de la permanente presencia de la música de Brian Tyler, que no da descanso al oído del espectador pero falla en concretar, al menos, una melodía medianamente identificable.
Dicho todo esto, volvamos al comienzo y tengamos en cuenta de nuevo las respuestas que dábamos a esas preguntas que es probable que muchos de vosotros estuvierais haciéndoos e insistamos, una vez más, en que ‘La Momia’ es entretenida, no es una cinta a la que haya que exigirle nada y que, como comienzo de una franquicia —dados los datos de taquilla iniciales y las pésimas críticas, habrá que ver si ésta sale para adelante o no— es un primer paso, tímido, sí, poco arriesgado, también, pero un primer paso a fin de cuentas. Esperemos que Universal sepa aprender algo de la lección que espectadores y profesionales le están dando, y que para esa ‘La novia de Frankenstein’ que Bill Condon estaría preparando para 2019 sea capaz de revertir la tónica que aquí ha tenido su primer y muy común valedor.