Éxito rotundo y, seamos francos, totalmente sorpresa, ‘La LEGO película’ (‘The LEGO Movie’, Phil Lord y Christopher Miller, 2014) nos dejó a los apasionados del juguete modular completamente embelesados por su chispa, sus incontables referencias, su mensajito directo al corazón de los que llevamos toda nuestra «vida de primate» haciendo «click» con las piezas del invento danés y por el constante fluir de baba que era asomarse a un mundo imaginado con precisión desde las restricciones físicas propias de los ladrillos de la compañía. Y claro, ya sabemos cómo funciona Hollywood y cómo lo hacen los grandes estudios: que hay un éxito…¡¡¡a explotarlo!!!.
Casi sin dar tiempo a que la taquilla reaccionase, esto es, confiando en que las impresiones iniciales iban a ser generalizadas y no reducidas a una minoría, las mentes pensantes de la Warner comenzaron a exprimirse la sesera en busca de ideas con las que, llegado el caso, seguir sacando los cuartos a los cinéfilos amantes de LEGO —que, digo yo, tampoco seremos tantos, ¿no?—. Considerando la vastísima oferta que acumula ya la compañía de juguetes, las posibilidades eran como poco, inmensas. Pero hete aquí que, al margen de la inevitable segunda parte de ‘La LEGO película’ —ahora mismo en rodaje con vistas a un estreno en febrero de 2019…ahí es nada— a algún iluminado se le ocurrió, primero, tirar de franquicias de la casa y aprovechar aún más el momento de fiebre actual por el mundillo de los superhéroes. Y, ¡blam!, ahí nos llegaba a principios de año ‘The LEGO Batman Movie’, Chris McKay, 2017) un filme del que ya lo hable todo por aquí y que, si nadie lo impide, formará parte de lo mejor que el cine nos ha ofrecido este 2017.
No contentos con traer a su público la cinta protagonizada por la magnífica versión de Batman que podíamos ver allá por marzo, Warner nos sorprendía con el anuncio de la llegada en septiembre de ‘La LEGO Ninjago película’ (‘The LEGO Ninjago Movie’, Charlie Bean, Paul Fisher y Bob Logan, 2017), una cinta llamada, y que aquí no os quepa ninguna duda, a servir de vehículo publicitario de la abotargada línea de LEGO dedicada a los guerreros nipones y que, vista con ojos torvos por el que esto suscribe desde el momento de su puesta en marcha, fue ganándose mi confianza con cada nuevo avance liberado por la major estadounidense. Ante los sensaciones que mi pequeñaja —que tendrá seis años, pero es un termómetro genial para medir la eficacia de según qué tipo de cine— y yo pudimos recabar el pasado jueves, queda demostrado una vez más lo engañoso que puede llegar a resultar el trailer de turno.
Y no sólo eso, sino que en ellos, en esos avances que Warner ha ido ofreciendo en los últimos meses, se da esa lamentable circunstancia que todo amante del séptimo arte debe sufrir de cuando en cuando, la de tener que afirmar, cuando se habla de una película, que «todos los chistes buenos ya estaban en los trailers»; una cualidad que, a mi entender, hiere de muerte a cualquier comedia y que, unida a otros factores que ahora pasaremos a enumerar de forma sucinta, convierte a ‘La LEGO Ninjago película’ en un primer y muy grave traspiés en lo que hasta ahora habíamos visto en la gran pantalla del universo LEGO animado.
De entre todos ellos, de entre todos esos factores que hacen que ‘La LEGO Ninjago película’ y sus excesivos cien mimutos de proyección no funcionen, el principal, y probablemente más paradójico, es aquél al que hace referencia el titular de la entrada: la cinta se esfuerza demasiado en molar. Lo sé, si las circunstancias fueran las contrarias, estaríamos igualmente arremetiendo contra ella por no llegar a ofrecer nada de interés y por «dormirse en los laureles» pretendiendo que el sólo hecho de venir protagonizada por muñequitos de LEGO fuera más que suficiente para captar nuestro interés. ¿Qué le vamos a hacer? El caso es quejarse por algo, ¿no?. Pues no, al menos no en esta ocasión.
Cuando afirmo que ‘La LEGO Ninjago película’ se esfuerza en exceso y cae en el tedio al así hacerlo, es que, por mucho que el ritmo de los acontecimientos sea frenético, que las escenas de acción estén más o menos bien rodadas y que, de cuando en cuando, haya algún chiste o referencia afortunada —de nuevo, casi todas estaban en los trailers— hay algo que todo ese sobre-esfuerzo no es capaz de tapar: la alarmante ausencia de una historia que en su corazón huele a manida, que funciona a golpe de cliché polvoriento y ajado y que no guarda ninguna sorpresa desde su primer minuto de proyección. Tamaña carencia se suma al poco interés que generan los personajes y, seamos francos, a que lo que era asombroso en ‘La LEGO película’ y se reimaginaba en parte en ‘Batman: la LEGO película’ aquí ha dejado de serlo, y ya no basta con ver construcciones de LEGO en movimiento para captar nuestra atención si, por el camino, se olvida el alma de toda producción cinematográfica: un guión en condiciones.