Hay quienes piensan —quienes pensamos— que, dependiendo de lo que estemos hablando, todo está inventado. Bien es cierto que a esta máxima no se someten campos como la tecnología o la ciencia, terrenos en los que la inventiva humana parece no tener límites y que los últimos cien años han conocido un avance que ya ha dejado muy atrás a la historia acumulada de nuestra especie hasta comienzos del s.XX. Pero si a lo que hay que aplicarla es a la narración de historias, vengan en el formato que vengan, es entonces cuando comienzan a aparecer de forma constante indicios, grandes o pequeños, de lo marchito de la imaginación del hombre para encontrar nuevos resortes con los que armar esqueletos que nos sorprendan y que eviten echar mano de arquitecturas trilladas o que, al menos, sorteen con cierta fortuna el no oler a simple refrito.
Tomemos como ejemplo ‘Feliz día de tu muerte’ (‘Happy Death Day’, Christopher Landon, 2017), la última producción de Blum House, ese estudio que ha demostrado ser un modelo de negocio tremendamente rentable y al que debemos ‘Múltiple’ (‘Split’, M.Night Shyamalan, 2016), segundo y parece que definitivo paso en la recuperación de un Shyamalan que ya se encuentra en fase de post-producción de la muy ansiada ‘Glass’, el filme que servirá, no ya como secuela de la cinta protagonizada por James McAvoy, sino como la largamente esperada continuación de ‘El protegido’ (‘Unbreakable’, 2000). Pero me desvío. Centrémonos.
Decía que fijáramos nuestra atención sobre la ausencia de imaginación y que, para ello, observáramos la doble idea sobre la que se monta el libreto de ‘Feliz día de tu muerte’: cruzar el slasher más arquetípico con ‘Atrapado en el tiempo’ (‘Groundhog Day’, Ivan Reitman, 1993). Porque eso es, en esencia, lo que nos ofrece este muy ajustado entretenimiento sin pretensiones que es la cinta dirigida por Landon, acercarnos a un día cualquiera en la vida de su protagonista femenina mientras observamos como éste se repite sine die y siempre con el mismo final, ella acaba asesinada a manos de un psicópata que lleva puesta una inquietante máscara con cara de bebé.
Si elimináramos la componente de ese sub-género del terror que dio sus últimos coletazos de originalidad con las dos primeras entregas de la saga de ‘Scream’ (id, Wes Craven, 1996), lo que nos queda no es más que un mal emulo de la «mítica» —cabría calificarla así, ¿no?— cinta protagonizada por Bill Murray. Uno que carece de la ventaja de contar con el carisma imparable del cómico y que sigue los mismos pasos que éste, planteando con menos fortuna el ¿qué haríamos si tuviéramos que vivir una y otra vez el mismo día? por más que recurra a similares recursos, interés romántico incluido.
Aún así, podría perdornársele a los responsables de la cinta el querer homenajear a tan respetado clásico de los noventa y, al menos, el conseguir devolvernos a la memoria a cada instante los muy hilarantes momentos por los que pasaba el personaje de Murray en comparación con aquellos que sufre el encarnado por la desconocida Jessica Rothe. Podría, sí, sino fuera porque, si la mitad que elimináramos fuera ésta, lo que nos encontraríamos sería un slasher que, de tópico, duele. Es más, si habéis visto alguno de los clásicos ochenteros del género inagurado por John Carpenter con ‘La noche de Halloween’ (‘Halloween’, 1978) y sois de los que pensáis que como aquella primera aventura de Michael Myers, ninguna; entonces la invitación a que ni os acerquéis a ‘Feliz día de tu muerte’ es casi obligada.
Nada hay en la cinta producida por Jason Blum que invite a regocijarse en su lado más hemoglobínico —vamos, si hasta le falta rojo…rojo sangre, se entiende— y a los trillados vericuetos por los que va avanzando la historia hay que sumarle lo apresurado de todo el conjunto y ese triple final al que se llega después de una resolución de la búsqueda del culpable que se antoja «del tebeo», chapucera y cogida con pinzas. Que aún con tan doble desventaja —a la que habría que sumarle lo muy limitado de las capacidades interpretativas del elenco y la poca personalidad de la realización— ‘Feliz día de tu muerte’ se las apañe para resultar entretenida es un misterio a cuya resolución, sinceramente, no pienso dedicar ni un sólo segundo más de los noventa y pocos minutos que destinaba el otro día a despertar junto a la protagonista para revivir una y otra vez situaciones similares; despertar para morir en un ciclo que podría haber dado muchísimo más de sí.