En 1984, la maquinaria Star Wars ya andaba en pleno rodaje, así que comenzaban a solaparse las ediciones de videojuegos. Por un lado encontrábamos máquinas recreativas que hacían uso de una muy peculiar perspectiva y que casi pretendían ser primerizas versiones de simuladores de los vehículos usados en las películas de George Luca. Por otro, para los ordenadores personales se pensaban juegos diferentes, más arcade y con menos complicaciones técnicas, a veces en conversiones de muy dudosa calidad y otras como auténticos juegazos.
Puesto que el primer juego de toda la serie fue uno dedicado a El Imperio Contraataca, estaba claro que Lucas iba a querer también una versión electrónica de la primera película de la saga. Eso llego de la mano de Atari, que ideó un rail shooter que proporcionaría horas y horas de diversión a jóvenes aspirantes a Luke SkyWalker.
la idea de este nuevo juego era simple: trataba de reconstruir de manera fidedigna el primer gran ataque rebelde a la Estrella de la Muerte. El jugador tomaba el papel de Luke subido en un X-Wing. Su misión, superar los ataques de los caza TIE y entrar en la zona de la estación espacial donde estaba localizado su punto débil. Una vez allí, haciendo uso de la fuerza, conseguir acertar el disparo.
El nuevo videojuego de Star Wars funcionó a la perfección y fue realizado para todos los formatos posibles. La versión del Amstrad CPC, que es a la que yo más jugué, tenía un ritmo endiablado. Ante las limitaciones técnicas de la época, los responsables del juego decidieron optar por un sistema de gráficos que no era espectacular, pero que dotaba al juego de una gran velocidad: los vectores. Gracias a esa elección, el juego se convertía en todo un prodigio de acción.
Como punto negativo estaba lo repetitivo del arcade. En cuanto lograbas acabar con la Estrella de la Muerte, el videojuego daba comienzo de nuevo, pero con mayor dificultad. Uno podía pasarse las horas muertas con él, sin ningún problema, aunque al final acabase hasta las narices de los cazas TIE y, sobre todo, de ese momento culminante en el que Luke acababa con la Estrella de la Muerte. También negativo era que la posibilidad de acertar en el único punto débil de la superestación espacial ya era ínfima en los primeros niveles: comenzaba así la leyenda de lo difíciles que siempre han sido los juegos basados en la saga.
La versión de las máquinas recreativas era técnicamente mucho más espectacular, con sonidos más cercanos a los de las películas y más efectos especiales entre nivel y nivel.
Al mismo tiempo, sin embargo, se editó Star Wars: Return of the Jedi, también desarrollado por Atari pero publicado por Domark Software. En este caso, la concepción era radicalmente distinta: el juego usaba una perspectiva gráfica de 3/4 y se inspiraba en tres escenas de la última película de la primer trilogía.
El usuario tomaba el mando al principio de la princesa Leia quien, subida en una moto imperial, tenía que escapar de los soldados enemigos a través de Endor. Es decir, que corría el riesgo de morir empotrada contra un árbol. En la segunda misión, era Chewbacca quien tenía que enfrentarse a los imperiales, esta vez subido a los mando de un AT-ST robado. Y, finalmente, el Halcón Milenario entraba en acción, en plena batalla en la reconstruida Estrella de la Muerte, en busca de su reactor.
De nuevo, una vez acabada la acción el juego recomenzaba de nuevo, subiendo un punto el nivel de dificultad. Es posible que muchos probaseis este juego en los salones recreativos, aunque hoy su espectacular cabina de juego esté entre las más buscadas por los coleccionistas.
Durante un tiempo, Star Wars: Return of the Jedi fue la reconstrucción más fiel de una película que se vio en el mundo de los videojuegos. En los 90, todo cambiaría gracias a los esfuerzos de LucasArts por convertirse en una referencia en el sector.
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