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‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’, y Tolkien se revolvió en su tumba

El Hobbit 3 ppal

Haciendo tiempo minutos antes de coger el coche y plantarme en el cine en el que íbamos a ver (servidor y unos amigos) ‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’, y navegando por la red recogiendo impresiones previas acerca de la última entrega de una trilogía que nunca hubo de serlo, fui a dar con este vídeo que Warner ponía en circulación para dar algo más de bombo a la cinta que concluye (y yo voy y me lo creo) la estancia del séptimo arte en la Tierra Media. Montado a partir de material extraído de las muchas horas de extras que acompañan a las ediciones extendidas de las cintas dirigidas por Peter Jackson, hay un momento en dicho video en el que el neozelandés, refiriéndose a la trilogía original, afirma:

Se hizo con amor, con un enorme cuidado y compromiso. Y estoy firmemente convencido de que ese espíritu se ha trasladado a la pantalla.

Con dicha aseveración muy presente mientras comenzaba la proyección de la que, según se han cansado en afirmar todos sus responsables, estaba llamada a superar en escala cualquier cosa que hubierámos visto en ‘El retorno del rey’; y después de dos horas y veinte de permanentes despropósitos, pude constatar algo que ya se había hecho muy evidente en las dos primeras entregas y que esta excusa de cierre de saga no hace más que gritar desde su primer plano: aquí no hay amor, ni mimo, ni el cariño que exudaban todos y cada uno de los planos que, entre 2001 y 2004, llevaron al género de la fantasía a conquistar los corazones de medio mundo y, en última instancia, a ser reconocido por la academia con 13 estatuillas.

Vale que los objetivos de las seis películas, y por ende de cualquier producción cinematográfica sea el obtener beneficios de taquilla cuantos más mejor, pero de ahí en convertir dicho objetivo en la única razón de ser de cerca de nueve horas de metraje hay un trecho insalvable que ‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’ no es capaz de evitar, y su visionado se convierte en una dura prueba para aquellos que, como servidor, aún mantenían un pequeño resquicio de esperanza ante la casi inexistente posibilidad de que Peter Jackson supiera reconducir un barco que tras dos cintas, había quedado sin rumbo hasta extremos dolorosos.

Cuesta abajo y sin frenos, desde la primera secuencia

El hobbit 1

Desafortunadamente, el artífice de la hazaña que fue plasmar el universo de Tolkien de forma precisa en las tres cintas de ESDLA, arranca esta última aventura allí donde terminó la anterior para demostrar lo que ya mucho intuimos hace un año, que el corte de la secuencia de Smaug no podía haber sido más aleatorio y que los diez minutos que el filme se entretiene en mostrar al dragón habrían quedado muchísimo mejor como broche final de ‘La desolación de Smaug’ que como paupérrimo prólogo de una película que, a partir de ahí, se dedica durante 50 interminables minutos a preparar el cuerpo al respetable para la «batalla para acabar con todas las batallas» que da título a la producción.

Esa hora es, a todas luces, lo peor que se ha podido ver en un cine en relación con ‘El señor de los anillos’, mareando Jackson la perdiz hasta tal punto junto a sus dos compañeras de trabajo en las lides del guión que, en no pocos momentos, el sopor y el hastío eran los sentimientos predominantes al asistir a escenas que no llevan a nada descansadas en personajes que no llevan a nada, siendo aquí el rey de la fiesta el estúpido alivio cómico que es el personaje interpretado por Ryan Gage, ese Alfrid consejero del no menos prescindible gobernador de Ciudad Lago encarnado por Stephen Fry que, con cada intervención, va acumulando momentos de vergüenza ajena que hacen añorar, y cómo, al gran Brad Dourif y su Grima Wormtongue.

Aderezado por unos diálogos que bordan lo insufrible en el momento en que se centran en Tauriel y Kili (el nivel de ñoñería de esta imposible historia de amor metida con calzador supera con mucho a lo almibarado de aquella que protagonizaban Aragorn y Arwen), el tránsito por esta sección de la cinta —a la que flaco favor le hacen las escenas en Dol Guldur con Galadriel, Saruman y Elrond repartiendo estopa— se hubiera hecho más agradable si, finalmente, tanto preparativo hubiera dado paso a lo que el cineasta nos había prometido. Una promesa que se queda, como habréis podido intuir ya, en agua de borrajas y que constata que el Peter Jackson que ha estado tras las cámaras de ‘El Hobbit’ no es ni la sombra de lo que fue hace diez años.

Una batalla con un 200% menos de épica para una trilogía con un 200% menos de Tolkien

El hobbit 2

No es suficiente con epatarnos con imposibles (y reiterativas) panorámicas circulares y con tirarnos a la cara (literalmente si se ve en 3D) miles de tropas enfrentándose sin ton ni son si, como bien se demostró tanto en el Abismo de Helm como en Minas Tirith o en la Puerta Negra, no hay detrás un núcleo consistente que provoque, desde el principio, que el espectador va a poder implicarse emocionalmente con los personajes que están sufriendo y muriendo en aras de un fin mayor.

Como apuntaba, había momentos en los dos choques de fuerzas que jalonaban ‘Las dos torres’ y ‘El retorno del rey’ en los que Jackson abandonaba el grueso del conflicto de forma puntual para centrarse en los personajes. Aquellos a los que ya sentíamos como nuestros (incluso antes de que se estrenara ‘La comunidad del anillo’ si, como servidor, habías leído los libros) gracias a la genial primera parte y con los que padecíamos íntimamente. La completa obliteración de esa ligazón emocional ha sido, sin duda alguna, la gran tara que ha lastrado a la trilogía de ‘El Hobbit’. Una tara que da la cara más que nunca durante la hora de batalla ininterrumpida en la que, sinceramente, nos da exactamente igual el destino de cualquiera de los implicados.

El hobbit 3

Si a tan craso y flagrante error se le añade que todo lo que sucede a las puertas de Erebor está pésimamente narrado (más que una batalla entre cinco ejércitos parece una escaramuza constante) y alargado hasta decir basta —acaso aquí es donde más patente se hace el inmenso relleno que los (ir)responsables a cargo de la trilogía han hecho sobre el texto original—; que el clímax final con Thorin carece de la épica que hubiera sido deseable y que, para colmo, la última secuencia de la cinta sólo hace añorar aún más lo que pudimos ver hace una década, creo que no exagero al afirmar que mucho habría ganado todo este gran despropósito si Guillermo del Toro no hubiera soltado sus riendas.

Lamentablemente no fue así, y los que nos maravillamos ante lo que vimos con dos lustros menos, hemos asistido cada vez con más pavor a un espectáculo sin alma que, además, no respeta esa esencia de cuento con la que Tolkien la escribió hace algo menos de un siglo. Que el espíritu del literato inglés se olvide como se hace por los mismos que tanto esmero pusieron en su precisa traslación a principios de este siglo es una paradoja que se me escapa. Entiendo que mucho peso de la misma podría hacerse reposar sobre la desgana por hacer de esta cinta y de la trilogía un hito único como fue su predecesora. Pero por muchas excusas que quieran aducirse, la conclusión final es que si para algo han servido las cintas de ‘El Hobbit’ es para que valoremos aún más a una saga (la que se estrenó entre 2001 y 2004, claro) que NUNCA debería haber contado con tan mediocres adendos.

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8 comentarios en «‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’, y Tolkien se revolvió en su tumba»

  1. Pues yo no podría estar más en desacuerdo. Me ha parecido sublime y sentimental, desgarradora a cada segundo que sabes que Fili, Kili, Thorin están destinados a morir. Por otro lado, no veo nada en la crítica que aluda a los rancios momentos de los dos elfos que tienen excesivo protagonismos, ni a los momentos de Legolas con unos efectos especiales de los años 80, ni al romance adolescente que se sacan de la manga… Sinceramente, esta crítica adolece de «populismo» en cada párrafo, no dice nada nuevo y entona palabra por palabra todos esos argumentos que se llevan escuchando desde el anuncio de la trilogía. A mi, como fiel seguidor de Tolkien que soy, me ha parecido muy emotiva en cada minuto de metraje y un final más que adecuado para una trilogía, aunque cargada de excesivos toques humorísticos, que consigue llevar de vuelta al espectador al maravilloso mundo de la tierra media con gran fidelidad.

    • Incapaz de medir la fidelidad a Tolkien en términos precisos, sí te puedo decir que desde que ley por primera vez la trilogía hace casi treinta años me «convertí a la fe Tolkiniana» de inmediato. Y donde tú ves un filme «sublime y sentimental, desgarrador a cada segundo», yo veo una cinta lastrada por unos personajes con los que es imposible empatizar y que se quedan a leguas mil de los que formaban la Compañía del Anillo. No lo niego, recibí el anuncio del rodaje de esta nueva trilogía con mucho más de escepticismo que de ilusión por cuanto vislumbré, como otros tantos del pópulo, que sacar nueve horas de metraje de ‘El Hobbit’ iba a suponer, como así ha sido, estirar el chicle más allá de su punto de rotura. Y es que, vistas las tres cintas, casi de corrillo (revisioné las dos primeras en sus metrajes extendidos en los días previos a ésta) no puedo sino hacer más hincapié en el hecho de que, haciendo la odiosa comparación, la trilogía de ‘El Hobbit’ se quede en bragas respecto a ESDLA.

      En cuanto a lo que dices me que dejo por comentar, simplemente aclarar que, a mi entender (por supuesto) un texto crítico no tiene porque ser exhaustivo hasta el punto de tratar todos y cada uno de los aspectos de un filme. De hecho, si te fijas, tampoco digo nada de la labor actoral en términos generales (correcta y poco más), de la partitura de Howard Shore (muy ampulosa pero falta de personalidad) o de los demás aspectos artísticos de la producción.

      Eso sí, para finalizar, me parece estupendo la forma en la que compartes tu opinión, que ya anda uno harto de las actitudes belicosas de aquellos que leen una crítica y no son capaces de apreciar lo subjetivo de una opinión. Así que, sin más, gracias 😉

      • Yo creo que ni todo es tan maravilloso como dice el señor Nacho ni la coletilla «se revolvió en su tumba» sea muy apropiada.
        El gran problema que veo yo es que Jackson ha intentado hacer una segunda parte de ESDLA cuando el tono de las novelas son muy diferentes. Como se ha dicho antes, el Hobbit no deja de ser un cuento. No se pueden meter con calzador ciertos aspectos que triunfaron en la primera trilogía.
        Partiendo de esta base, creo que cualquiera de las tres son películas mediocres que entretienen y les sobra metraje por todos sitios. Un par de películas hubieran quedado mucho más compactas y redondas. Pero ya se sabe, la pasta es la pasta.
        Para terminar, creo fírmemente que si hubieran rodado primero el Hobbit con un tono acorde con la narración de la obra original de Tolkien para después ir subiendo con la trilogía de ESDLA, estaríamos hablando de una de las mayores gestas de la historia del cine. Pero creo que el problema ha sido errar el orden de las obras

  2. En completo desacuerdo con la critica, si bien la critica refleja tu opinión y como tal es más que respetable, veo una critica echa desde el mas intimo escepticismo y de una desgana hacia la trilogía ya preconcebida sin opción a darle al film una oportunidad.

    Para mi ha sido un final mas que digno a la saga, una buena adaptación y un placer volver a pisar la tierra media después de tantos años y aun que la cinta tiene grandes excesos, estos suelen ser típicos en cualquier adaptación de una libro a la gran pantalla.

    Recordemos aquella frase de Gandalf en la primera parte de la trilogía aludiendo a la incredulidad de Bilbo Bolson sobre la historia de su antepasado Toro Bramador Tuk en la que se afirma que al decapitar al rey trasgo se gano la guerra y se creo el golf:

    -Toda gran historia merece ser adornada «Gandalf el Gris, El Hobbit un viaje inesperado´´

    Un saludo

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