¡MUCHO OJO! En el texto se comentan ciertos detalles que pueden ser considerados SPOILERS, así que si no quieres enterarte de nada de la historia de la película, no lo veas. Avisado estás.
Para los que pensaron (pensamos) que el subgénero de zombis estaba en alza después de ver el buen trabajo de Zack Snyder en Amanecer de los muertos y de Danny Boyle en 28 días despúes y de películas menos tradicionales en su planteamiento como REC, fue una buena noticia saber que El día de los muertos, la tercera película de la trilogía original de George A. Romero sobre su tema favorito, iba a ser rehecha.
Sin embargo, la alegría dura lo que tarda uno en sentarse a ver la primer media hora de un film que echa por tierra cualquier avance que hay podido hacer el género en los últimos años y se comporta como si volviésemos a vivir en los años 80 y las películas de terror con muertos vivientes de por medio hubiera que hacerlas con bajos presupuestos, guiones ridículos y una dirección de actores y de escenas más que discutible.
El día de los muertos, en su versión 2008, toma poco de la original de Romero. Un par de nombres de personajes y unos pocos homenajes. Y, culpa de su director y de todo su plantel artístico, es un jarro de agua fría para los aficionados al género, con muchos minutos en el metraje bordeando el ridículo (cuando no cayendo en él abiertamente) y pocas escenas dignas.
Rodada como un vulgar telefilme por el director de series televisivas Steve Miner, la película es un continuo quiero y no puedo. Se salva (por poquito) el maquillaje y poco más. El guión tiene la mayor colección de tópicos que servidor ha visto en el cine últimamente, con personajes no sólo estereotipados, sino involuntariamente paródicos.
El reparto es para matar a su responsable. Mina Suvaris haciendo de militar pueblerina da tanto el pego como yo subido a un escenario creyéndome que soy Kurt Cobain (o sea, cero), aunque es más culpa del guionista que suya propia, que al menos se la chica se esfuerza (aunque hay que ver lo risible que está cuando se queda atascada en el conducto de ventilación).
Lo de Nick Carter es ya para dar de comer aparte: en serio, ¿el guionista se pensó que estaba haciendo Scary Movie 33 1/3? Ninguno de los personajes han sido tratados con respeto mientras se estaba escribiendo la película, los guionistas no se los creían, y, claro, así es imposible que el espectador pueda hacerlo.
Con un clímax que tiene menos fuerza que una gaseosa abierta hace 20 días, con algunas de las decisiones más absurdas jamás vistas en una película de zombies (la madre de los protagonistas; el amigo punki; la muerte del villano, que a nadie de los que están en el film parece importar ¡y eso que ellos están allí y podrían ser los siguientes!), El día de los muertos es un fiasco en toda regla que hará flaco favor a las nuevas generaciones que se acerquen al cine a ver una buena película con muertos vivientes de por medio.
Al final, después de este falso remake (no sigue el planteamiento original en ningún momento), te quedas con la anécdota y los momentos bizarros: los zombies vegetarianos y los que se enamoran (otra incongruencia más de tantas).
Tengo la manía, cuando acabo de ver una película, de mirar al reloj para ver cuánto ha durado. Y me asustan mucho las que me aburren y apenas pasan de la hora y media. El día de los muertos consigue con creces provocarme ese sopor. Una pena que alguien les haya dejado estrenarla.