Durante siglos, los vampiros han actuado en la clandestinidad, ocultos entre las sombras para poder atacar a las víctimas cuya sangre supone su principal fuente de alimento. Pero en el año 2019 las cosas han cambiado: ahora el planeta está habitado mayoritariamente por vampiros, que son quienes llevan las riendas de la sociedad. El mundo ha cambiado, y todos sus habitantes viven bajo el oscuro manto de una noche perpetua.
Pero existe un problema: la enorme escasez de sangre humana. Esta sociedad vampírica, tan similar a la nuestra en muchos sentidos, ha llevado al límite sus reservas de plasma, y sólo cuando su único medio de subsistencia empieza a peligrar, es cuando se deciden a tratar de encontrar un remedio. Los vampiros cuentan con granjas de humanos en las que literalmente les sacan hasta la última gota de sangre, pero los humanos se están extinguiendo y las cacerías a la antigua usanza (a pesar de contar con todos los medios militares y tecnológicos), son cada vez menos efectivas.
Nuestro protagonista, Edward Dalton (interpretado por Ethan Hawke), trabaja en una de estas empresas dedicadas a producir sangre, y ahora se encuentra embarcado en un proyecto para encontrar un sustitutivo artificial de la sangre humana. Edward odia su nueva condición vampírica, y su vida cambiará radicalmente cuando entre en contacto con un grupo de humanos que le ayudarán a encontrar una solución radical al problema del vampirismo.
Los hermanos Michael y Peter Spierig, guionistas y directores de esta cinta, parten de esta premisa para ofrecernos una película entretenida y con suficiente originalidad en su visión del mito de los vampiros como para hacerla destacar entre el aluvión de producciones sobre chupasangres que han llegado estos últimos años, especialmente tras el furor despertado por la saga ‘Crepúsculo’.
Para mi gusto, lo mejor del filme es su primera parte, en la que se nos muestra cómo sería el mundo si estuviera controlado por los vampiros: puestos de venta ambulante de sangre, vehículos y edificios adaptados para proteger a sus ocupantes de la luz solar, anuncios de dentífrico para mantener sanos los colmillos… Una visión cargada de humor negro e ingenio que nos sumerge rápidamente en la trama. De hecho, no me importaría que sacaran cómics que desarrollaran con más profundidad este mundo regido por los vampiros. Estas escenas se complementan con otras tantas de acción y alto voltaje, que en un principio están bien intercaladas en el desarrollo de la historia, y solo en la última recta del filme terminan por hacerse un poco aburridas.
El trabajo de los actores es normalito (ni siquiera Willem Dafoe tiene ocasión de lucirse, como en otras interpretaciones suyas), pero la verdad es que tampoco tiene demasiada importancia. Al fin y al cabo, no es una historia demasiado centrada en los personajes, sino en el desarrollo de la propia trama y en los guiños hacia el mito de los vampiros. El conflicto interior de Edward y su relación con su hermano son los únicos puntos que tratan de profundizar un poco en los personajes, pero apenas roza la superficie y termina siendo básicamente una herramienta para hacer que se encadenen los acontecimientos.
Así pues, ¿vale la pena su visionado? En mi opinión, sí, y mucho. Además del interés que supone conocer un mundo dominado por los vampiros (lo mejor de la peli, sin duda), el ritmo es lo bastante ágil como para no aburrir y la atmósfera que envuelve toda la historia está bien conseguida. Eso sí, hay que dejar claro que no es una película de terror como otras protagonizadas por estas criaturas, sino una mezcla entre cine de acción, comedia negra y producción de corte fantástico.
Ficha Técnica
* Título: Daybreakers
* Guión y dirección: Michael y Peter Spierig
* Intérpretes: Ethan Hawke, Willem Dafoe, Claudia Karvan, Sam Neill
* Fecha de estreno: 26 de febrero
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