Que ‘Capitana Marvel’ (‘Captain Marvel’, Anna Boden, Ryan Fleck, 2019) se estrenara el pasado viernes 8, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer no fue casual. Es más, sabiendo de lo expertos en marketing que son en Disney, que la primera producción del Universo Cinematográfico Marvel en torno a una fémina arrancara su trayectoria en taquilla el mismo día en que millones de mujeres en todo el mundo reclamaban para sí esa igualdad que en muchos ámbitos aún se les muestra esquiva, se revelaba a las claras como una maniobra comercial en toda regla llamada a atraer a las espectadoras de medio mundo como ya lo hiciera, hace un par de años, la amazona de la Distinguida Competencia.
Pero no estamos aquí para valorar la validez de dicho movimiento por parte de Marvel y Disney ni para hacer apología del feminismo —vamos, que si de algo fuera a hacer apología en estas líneas es de lo mal que, bajo mi punto de vista, se está entendiendo por parte de muchas mujeres esta ola de empoderamiento que está incurriendo en errores similares a los que el hombre lleva siglos comentiendo—, sino para dar cuenta de los resultados de este filme de transición dentro del esquema del UCM hacia ese gran final que supondrá, el próximo mes de abril, ‘Vengadores: Endgame’ (id, Anthony y Joe Russo, 2019), una de las dos películas más esperadas del año y vehículo que supondrá el cierre de una etapa de 11 años de cine de superhéroes y la apertura de una nueva de la que aún no se sabe nada.
El talante de «metida con calzador» de ‘Capitana Marvel’ no se le escapa a nadie como tampoco lo hace el que la cinta protagonizada por Brie Larson se sienta —otra cosa es que esa percepción sea errónea— como respuesta directa por parte de Disney al enorme éxito que fue ‘Wonder Woman’ (id, Patty Jenkins, 2017). Pero sin que dicha percepción afecte para nada lo que uno esperaba sacar de su visionado, lo que sí lo había condicionado a priori eran las mediocres críticas que la cinta estaba recibiendo en los días previos a su estreno, disminuyendo el nivel de expectativas ante esta historia de orígenes hasta reducirla prácticamente a nada. Quizás sea por esa razón por la que, aún asumiendo sus carencias, lo que afirmaría acerca de esta introducción de Carol Danvers en el UCM es que es una película bastante entretenida con un comienzo y un final espléndidos.
Su arranque, enérgico y su final, aún más enérgico, no son capaces de ocultar, no obstante, la considerable falta de personalidad en términos de dirección de una de las producciones más asépticas en este sentido de todo el UCM. Y no sólo eso, es que en muchos instantes de esos sujetalibros que son su comienzo y su clímax, la realización de Anna Boden y Ryan Fleck deja mucho que desear en lo narrativo, mostrándose los cineastas poco válidos para plasmar con claridad la acción de unas set-pieces que se hubieran beneficiado sobremanera de una mayor claridad de ideas. Aún así, aún contando con ese hándicap, dichos extremos se alzan indiscutibles como lo mejor de una proyección que navega por erráticas y extrañas aguas en su acto central.
Éste, que es el que se desarrolla en plena década de los noventa y presenta a unos rejuvenecidos Samuel L.Jackson y Clark Gregg en las pieles de Nick Furia y el Agente Coulson —atención especial merece la técnica digital empleada para rejuvenecerlos, a años luz de la que vimos en ‘Guardianes de la Galaxia 2’ (‘Guardians of the Galaxy 2’, James Gunn, 2017) o, hace muy poco, en ‘Aquaman’ (id, James Wan, 2018)—, acarrea problemas de ritmo y tono que, pretendiendo rescatar el espíritu del cine de aquellos diez años que de manera tan dispar entendieron el concepto de blockbuster, se quedan a medio camino entre la seriedad y la socarronería, apostando algo más por ésta última y errando, a mi entender, en la forma de llevarla a buen puerto por mano de un humor que nunca termina de cuajar y una puesta en escena que, a través de la fotografía, intenta capturar sin conseguirlo, el ambiente del cine de hace veinte años.
Igualmente despersonalizada en su música —un batiburrillo sin alma compuesto por una mujer por aquello de insistir en el mensaje feminista—, quizás donde ‘Capitana Marvel’ se polariza con mayor intensidad es en sus personajes, alcanzando un espléndido nivel en sus dos protagonistas principales —y en la extraordinaria química que se genera entre ellos— y rayando en lo burdo y arquetípico en todos los demás, llámese a éstos Kree, Skrulls, terrícolas o cualesquiera que sea su condición. Y, claro, sin el ancla que suponen unos caracteres dibujados con acierto, la cinta navega a la deriva cada vez que su atención se centra de forma exclusiva en pretender ahondar en ellos, revelando, o al menos así lo parece, el poco esfuerzo que se ha hecho por parte de los cineastas y guionistas en dotar de singular voz a alguien que no fuera Larson o Jackson.
Más, como decía al comienzo, es ‘Capitana Marvel’ mero escalón intermedio —como ya lo fueran otros títulos del UCM en el pasado— en el ascenso a esa cumbre que se intuye serán las más de tres horas de espectáculo que se antojan casi garantizadas de mano de la cuarta entrega de los Vengadores. Un filme que el que esto suscribe espera con muchísima más ansia que la novena parte de cierta saga galáctica y que, con la adición de la superpoderosa heroína que aquí se nos presenta, promete venir a desbancar a todo lo que hasta ahora nos ha ofrecido el UCM en su vertiente más épica y grandiosa. ¿Será capaz de cumplir dicha promesa? La respuesta, en un mes y quince días. Hasta entonces…‘Nuff said!!!!
P.D: por cierto, no podía terminar sin comentar lo emotivo de lo que se ha hecho con la cabecera de Marvel inicial y lo inmenso del cameo de Stan Lee por lo meta de la referencia. Momentazos los dos, sí señor. EXCELSIOR!!!!
Bastante de acuerdo con lo comentado, añadiría lo que menos me gustó de la peli: combates oscuros, confusos en los que no te enteras de nada. Esa manía de intentar conseguir un combate trepidante sin enseñarlo, tan de moda ultimamente, me recuerda a bola de dragon cuando se veía a los guerreros z mirando el aire y solo oyendo ondas expansivas.
En el resto, bestial lo de Stan Lee y aún mejor cuando leí por Internet lo que estaba leyendo. Se me había pasado completamente! Casi lloro.
Y el gato también mola, pero vamos, no me pareció para tanto.
A los combates y su poca claridad me refería con lo de que la realización deja mucho que desear en términos narrativos.
Y sí, lo de Stan Lee es la leche 🙂