Nunca llegamos a hablar de ella por estas líneas debido a que sí lo hicimos en Espinof. Para los que no tengáis ánimos de hacer click con el ratón en el enlace anterior y, por ende, tener que leeros dos reseñas por el precio de una, os dejo aquí las dos ideas de mayor relevancia que se derivaban de mis impresiones posteriores a lo mucho que pude disfrutar de ‘Astérix. La residencia de los dioses’ (‘Astérix: Le domaine des dieux’, Louis Clichy, Alexandre Astier, 2015). La primera, que la cinta demostraba sin resquicios que el galo creado por René Goscinny y Albert Uderzo sólo funciona en la gran pantalla si es en animación —y no me hagáis entrar a valorar los esperpentos en imagen real protagonizados por Christian Clavier y Gerard Depardieu.
La segunda, aún de mayor contundencia, era que el filme que servía como muy fiel adaptación a uno de los mejores álbumes de Astérix de cuantos se han publicado hasta la fecha, se saldaba en términos equivalentes como la producción cinematográfica que MEJOR había entendido la idiosincrasia del personaje y de toda la cohorte de secundarios que llevan conformando el microcosmos de la irreductible aldea desde hace seis décadas.
Tamaño precedente sentaba unas muy peligrosas bases para todo lo que pudiera venir a continuación si, como era de esperar —y así ha sido finalmente—, los productores de ‘Astérix. La residencia de los dioses’, volvían a apostar por el formato animado para llevar al personaje de nuevo a los cines europeos —dudo mucho que esto trascienda las fronteras del viejo mundo, la verdad—. Porque, seamos francos, ante la genialidad derrochada hace cinco años, sólo cabía tener unas expectativas tamaño menhir que, a poco que ‘Astérix. El secreto de la poción mágica’ (‘
Astérix: Le secret de la potion magique’, Alexandre Astier, Louis Clichy, 2018) «resbalara» lo más mínimo, se verían no correspondidas.
Y si bien es cierto que la película es endemoniadamente divertida; que provoca la risa en no pocos momentos debido, sobre todo, a lo bien que se lee la idiosincrasia de los alocados galos y los abnegados romanos, y que animación y música vuelven a estar a un nivel considerable como ya lo hicieran, auspiciadas por los mismos responsables, hace un lustro; no podemos hablar en similares términos si a la historia y el guión debemos hacer referencia por más que, valor añadido, el metraje de 85′ esté ajustado al milímetro y carezca de tiempos muertos.
Previsible hasta decir basta —no podéis imaginaros hasta qué límites— el que se haya apostado por una historia original y no por adaptar con ciertos ribetes, como ya hicieran con ‘La residencia de los dioses’, cualquiera de los 37 álbumes que conforman hoy por hoy la tebeografía de Astérix, no debería haberse alzado como el principal problema de la producción. De hecho, ahí están ‘Las 12 pruebas de Astérix’ ( ‘Les 12 travaux d’Astérix’, VVAA, 1976) que, a sus 43 años, sigue demostrando, incluso a pesar de lo puntualmente paupérrimo de la animación, que echándole ganas se podía innovar sobre el tejido de lo ideado por Uderzo y Goscinny.
Aquí parece que las ganas se las han guardado y, me repito, el conjunto queda deslucido por un avanzar que carece por completo de intriga y que sólo nos mantiene atentos por mano de la ligereza bajo la que se ampara. A ver, que no estoy pidiendo la gravedad dramática de un Shakespeare. No es eso. Simplemente, me gustaría haberme encontrado con un discurrir al que fuera mucho más complicado anticiparse, un mal que galopa incontenible por mucho del séptimo arte de hoy en día y que, sin ser necesariamente agorero, refuerza ese comentario que enarbola mucho crítico acerca de «la falta de imaginación del cine actual».
¡Grande Asterix! El mes pasado encontré toda la colección de cómics de segunda mano por 60 euros, ¡en francés! Espero tener nivel suficiente como para entender todas las bromas.
Respecto a las películas, coincido en que las de actores reales son muy malas. De las de animación modernas no he visto ninguna, pero recuerdo con mucho cariño las viejas películas que mi padre traía del videoclub cuando me ponía malita. Mis favoritas son la de Cleopatra y la de los Bretones. ¡Enorme ese Obelix borracho!
La de las doce pruebas no me gustaba tanto, aunque la parte en la que tienen que encontrar el formulario A38 es digna de los Monty Python.
¡Vaya chollazo lo de la colección en francés! Yo sigo haciéndome, con paciencia extrema después de los varios años que se han pasado en barbecho, con la Gran Colección que está sacando Salvat. Parece que han recuperado el ritmo y que están dispuestos a terminarla lo antes posible.
En cuanto a las pelis, mis favoritas de las antiguas son ‘Las 12 pruebas’ y ‘En Gran Bretaña’ (ese vigía negro de los piratas siempre hace que me desternille). Si te gustan las antiguas, yo le daría una oportunidad a las nuevas, tienen una animación magnífica y de guión no están nada mal.