COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Ad Astra’, ¿suspensión de incredulidad? Aquí no, gracias

En un año marcado por las películas de franquicia y los remakes innecesarios, pocas —muy pocas— son las cintas «originales» que nos han llegado del otro lado del charco, y aún menos las que, perteneciendo a tan selectísimo grupo, han logrado sorprender a este redactor. Es más, es que si me paro a pensar durante un instante, sólo un par de títulos son los que vienen a la memoria como sorpresas —moderadas, no os vayáis a pensar que son de esas que lograron volarme la cabeza— y ni siquiera llegaban de la Meca del cine, así que ya os podéis ir haciendo una idea de cómo está el panorama, ¿no?

Tan grisáceo lo veo, que dudo mucho que cuando en diciembre llegue el turno de repasar lo mejor de 2019, sea capaz de llegar continuar con la tónica de años anteriores y os ofrezca 19 títulos imprescindibles de estos doce meses. Vamos, que me atrevería incluso a ir un poco más allá y, sabiendo de lo que estrena de aquí al último día de este año, veremos si seré capaz de llegar a la decena.

Así las cosas, esta propuesta de ¿ciencia-ficción? protagonizada por Brad Pitt se alzaba, a priori, como una de las firmes candidatas a lograr hacerse un hueco en lo más granado de tan nefasto año para el séptimo arte —que no, que no exagero, que ni con ‘Avengers: Endgame’ (id, Anthony y James Russo, 2019) de por medio puede uno quitarse la impresión de que el 2019 es uno de los peores años de cine que recuerdo en muchísimo tiempo—; y si bien durante su primer tercio largo parecía que la producción iba a conseguir zafarse de terminar en el olvido, por mor de las considerables virtudes que ‘Ad Astra’ (id, James Gray, 2019) iba acumulando, el desinflado de la cinta a ritmo de vértigo conforme se precipita hacia el tránsito del segundo al tercer acto, y lo mucho que en éste último no funciona, terminaba por romper la ilusión de que la cinta se quedara grabada en nuestra retina como ya lo hicieran ‘Gravity’ (id, Alfonso Cuarón, 2013) o ‘Interstellar’ (id, Christopher Nolan, 2014).

Mirándose más en la primera que en la segunda, a la que tampoco renuncia del todo, hay no obstante una tercera influencia en discordia que marca a fuego lo que ‘Ad Astra’ quiere conseguir y no logra: la de ‘2001: Una odisea en el espacio’ (‘2001: A Space Odissey’, Stanley Kubrik, 1968). Vale que la cinta de Kubrick ha sido tan influyente en la historia del cine del género de ciencia-ficción que es virtualmente imposible no rastrearla aquí y allá en una inmensa mayoría de los títulos que nos han llegado en los últimos cincuenta años. Pero, asumida esa condición, el descaro con el que aquí se «homenajea» a los imperecederos logros de la legendaria producción resulta tan agotador llegado el momento como lo es la monocorde e innecesaria voz en off de Brad Pitt y ese discurso de clara proyección metafísica que, si algo consigue, es dar a la simpleza del relato un tufo a Malick que apesta.

Porque, seamos francos, si eliminamos de la ecuación el que el filme tenga lugar en el espacio, y no echamos cuenta a las diatribas de su protagonista —o le hacemos el caso justo— lo que aquí nos cuenta Gray no es más que la enésima implantación del viaje del héroe que utiliza al padre de éste como catalizador de los acontecimientos. En este sentido, además, el filme queda herido —quizá no de muerte, pero herido a fin de cuentas—por su poca capacidad para coger desprevenido al espectador con algún giro que éste no pudiera predecir. Bueno, sí, quizá lo de los simios, pero es tan vergonzoso que prefiero no recordarlo…

Con Pitt impecable como siempre, a lo que no se le puede sacar punta de ‘Ad Astra’ es a su pátina visual y a lo fascinante de cómo se nos muestra la historia de principio —con una secuencia inicial que recuerda, y mucho a ‘Gravity’— a fin —un clímax que trae al recuerdo a ‘Marte’ (‘The Martian’, Ridley Scott, 2015)—, con un trayecto salpicado por instantes geniales como la persecución en la superficie lunar. Pero, como digo, más allá de eso y de su ajustado y lento ritmo —que, curiosamente, nunca hace pesado el transitar por las dos horas de metraje—, la falta de garra del conjunto y el que oblitere la suspensión de incredulidad con decisiones que no terminan de entenderse, no hacen de ‘Ad Astra’ una cinta que vaya a quedar en la memoria cinematográfica del que esto suscribe. Una pena, la verdad.

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