‘Safely Endangered Comics’, incomodando a base de carcajadas

Difícil resistirse a productos como este ‘Safely Endangered Comics’ que Fandogamia nos ha traído recientemente. No solo por su contenido, que ahora hablaremos sobre él, sino por lo atractivo de su continente, un libro de tamaño “divertido” con letras brillantes y una portada que nos adelanta lo que nos vamos a encontrar en su interior. El autor británico Chris McCoy firma aquí una recopilación con algunos de sus delirantes webcomics, páginas de no más de cinco viñetas que nos van a dejar completamente descolocados por su absurdez y mala baba. Su estilo fácilmente reconocible lleva alegrando internet dos veces por semana desde hace diez años, un recorrido bastante largo para unas tiras humorísticas que abarcan todo tipo de influencias y temas. Sí, hay algunas que van directas a donde más duele haciendo gala de un humor negrísimo, pero su simpleza es tan efectiva que llegamos a preguntarnos si nos pasa algo por reírnos de algo tan disparatado y desalmado. Existe una prueba irrefutable que determina la calidad de un comic de estas características, al tener un formato y unos parámetros tan definidos, si lo leemos de una sentada, ¿nos hará bola?

No solo la respuesta es negativa sino que, a pesar de “bebernos” las casi ciento cincuenta páginas que lo componen, nos deja con ganas de mucho más. Ayuda mucho el ver como cada una de las tiras que nos vamos a encontrar tienen temas muy diversos y variados por lo que la aparición de cansancio a la hora de acometer la lectura es prácticamente imposible. McCoy no inventa nada nuevo, el tono general de sus viñetas y lo esquemático de su trazo recuerdan a otro webcomic de armas tomar como es ‘Cyanide and Happiness’, otra burrada gráfica que, a pesar de lo agradable de sus dibujos, encierran algunos de los chistes más crueles que se han podido leer en la red en los últimos años. Cabría mencionar la buena labor que Iris Mogollón realiza a la hora de traducir algunos de los textos, juegos de palabras bastante complicados pero de los que sale airosa en todos ellos. Animales, insectos, fallecidos, dientes, peces, un volcán, robots, asteroides, la voz dentro de nuestra cabeza, una tarta de cumpleaños, planetas parlanchines o las piezas de Tetris, todo vale en el particular universo de McCoy, un lugar en el que, si dejamos a un lado cualquier tipo de prejuicio o idea preconcebida, vamos echar más de una carcajada.